La cosa es

Yo me la curro para que no tengas que hacerlo tú.

Hoy en día es posible usar los llamados “stylus” o lápices electrónicos en tabletas como el iPad o la reMarkable. Algunos dispositivos móviles y laptops también lo incluyen. Y es que nadie niega que la interacción con un lápiz abre un abanico de posibilidades y se siente diferente. Pero ¿por qué no darle de nuevo una oportunidad los clásicos lápiz y papel?

Sí, esa es mi nueva recomendación: Vamos a volvernos locos y regresar a la manera tradicional de tomar notas. Y es que según diversos estudios científicos, escribir a mano tiene varias ventajas cognitivas sobre escribir con teclado.

16 Leather Notebooks for Every Type of Writer in 2021 | SPY

Escribir a mano requiere comunicación entre las cortezas visual, sensorial y motora del cerebro. Esto resulta en la formación de una red neuronal con una conectividad más compleja cuando se escribe a mano. Escribir a mano obliga al cerebro a involucrarse mentalmente más con la información, mejorando la comprensión de lectura. Al ser más lento, hace que sea más difícil tomar notas textuales, por lo que uno debe procesar y resumir la información de una manera que tenga sentido para él, desarrollando una comprensión conceptual más sólida. Y también complementar lo que se escribe con dibujos y gráficos y flechas y otras cosas que, sin querer, obligan al cerebro a transformar conceptos.

Y si vamos a hacer esto, pues hagámoslo bien, con estilo. Yo he empezado a usar el cuaderno de la imagen, un Moonster con tapas de cuero y papel de algodón, que tiene además apariencia de ser antiguo. Pero existen otras muy buenas opciones, desde las clásicas de Moleskine y Leuchtturm hasta marcas indie. Y si bien yo uso unos bolígrafos de tinta líquida de Yukama que van muy bien, creo que cada uno tiene una marca favorita de boli que ama… y el sentir cómo se desliza por el papel es, en sí, ya una experiencia que vale la pena recordar.

Anímense, tal vez al inicio duela un poco la mano por la falta de costumbre, pero van a ver que esta es una de esas cosas que no ha mejorado con la tecnología necesariamente.

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Pienso que una relación directa entre un creador que aporta algo útil, y aquella persona a la que le es útil, es mucho mejor que la norma actual en la que se monetiza tu atención en redes sociales y plataformas por unos centavos.

Para la primera recomendación aposté por algo que podría generar polémica =) y es que este libro podría parecer de auto-ayuda o podría ser considerado ofensivo si es que se le recomienda a alguien con creencias religiosas muy ortodoxas. Pero no, no va de eso, este es un libro que puede ser muy útil para todos nosotros de la misma manera en que meditar un poco cada cierto tiempo lo es.

El autor, que es psicólogo y catedrático, utiliza conceptos psicológicos y filosóficos modernos, así como la teoría de la evolución, para explorar y explicar las enseñanzas budistas. Esto de por sí ya es interesante, aunque sea como análisis. Pero lo bueno viene cuando él argumenta que la filosofía budista tiene una base científica sólida y ofrece pruebas y ejemplos. Es decir, lo que dice la filosofía se sustenta en lo que sabemos del funcionamiento del cerebro y nuestra mente hasta hpy.

Consciente de la sobre-simplificación, uno podría decir que la esencia del budismo se resume en que los seres humanos sufrimos y hacemos sufrir debido a que no vemos el mundo tal como es. Vivimos con la ilusión de que tenemos control total sobre nuestras decisiones, nuestras vidas, nuestro futuro, libre albedrío.

Pero no es así. Sólo tenemos un poquito de control dentro de un espacio muy limitado. No podemos ir a dónde queramos, existen líneas imaginarias que no podemos cruzar porque es ilegal, tenemos restricciones de recursos, existen zonas en las que es imposible vivir. No podemos hacer lo que queramos, existen límites legales y presiones sociales. No podemos siquiera elegir de quien nos enamoramos, o elegir desenamorarnos de alguien a propósito. No podemos elegir sentir o no algo.

Y la mayor ilusión de todas es la permanencia, algo que el budismo ataca frontalmente. La práctica meditativa budista promete la posibilidad de percibir el mundo y a nosotros mismos con mayor claridad, llevando a una felicidad profunda y sostenible. Me parece que este libro combina el rigor científico con la sabiduría espiritual para enseñarnos cómo vivir libres de ansiedad, culpa y odio. Todo esto proporcionando una visión práctica sobre cómo las enseñanzas budistas pueden aplicarse para mejorar el bienestar personal, independientemente de las creencias religiosas.

¡Espero le den una oportunidad! Y si lo hacen, que me cuenten qué tal les fue. Por supuesto, traten de adquirir el libro en la librería de su barrio, les aseguro que es la mejor manera de empezar a hacer mejor las cosas.

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